Conversaciones con Jan
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¿Dijo finalmente Dios “Basta” a Francisco?
Mi amiga Jan tenía curiosidad por saber qué pensaba sobre la muerte de Francisco el lunes de Pascua de 2025. Fue una sorpresa, la última sorpresa de Francisco, quien se deleitaba con dar golpes tras golpes en su afán por destruir la Iglesia. Para mí, no hubo lágrimas por el hombre que aprovechó cada oportunidad para destruir la Tradición y perseguir a los verdaderos católicos.
Pero me pregunto si varias de las últimas acciones de Francisco no pusieron a prueba la ira de Dios, y por eso lo llamó a juicio tras su larga estancia en el Hospital Gemelli.
Me refiero a:
Tan solo una semana antes de que Francisco fuera admitido en el Gemelli el 14 de febrero de 2025, el Vaticano emitió un documento anunciando el plan para un gran encuentro ecuménico para celebrar el 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea, celebrado en mayo de 325, como analizó Atila Guimaraes aquí.
La reunión en Turquía que se celebrará en mayo reunirá a cismáticos, herejes (protestantes del CMI) y a Francisco para reafirmar una supuesta creencia común en el Credo de Nicea (de hecho, los católicos creen que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y los cismáticos solo aceptan que el Espíritu Santo procede del Padre).
Más significativamente, según el plan de Francisco, los católicos abandonarían nuestro calendario gregoriano y adoptarían el calendario juliano «ortodoxo» para compartir una fecha común para la Pascua. Según Francisco, «la Iglesia católica está abierta a aceptar la fecha que todos deseen: una fecha de unidad».
No es una fecha que todos deseen. Cambiar el calendario gregoriano y volver a un sistema con 13 días de retraso no es más que una concesión a los cismáticos.
¿Qué significaría esto? ¿Que las festividades del calendario litúrgico tendrían que cambiarse y celebrarse más tarde? ¿Qué pasa con la Navidad, que muchos cismáticos celebran el 7 de enero en lugar del 25 de diciembre? En cualquier caso, significaría más cambios y caos para los católicos, en nombre de una "unidad ecuménica" para complacer a las sectas cismáticas.
Pero Dios no permitió que Francisco causara este desastre en el Año Litúrgico Católico. Fue una de las últimas afrentas del Papa Bergoglio. Al menos en el año del 1700 aniversario del Concilio de Nicea, el encuentro ecuménico con Francisco no tendrá lugar y, con su muerte, hablar de cambiar el calendario en este mes de mayo parece estar fuera de la agenda.
Los homosexuales entran en los seminarios italianos
En enero de 2025, bajo el liderazgo de Francisco, el Vaticano tomó otra medida radicalmente heterodoxa: aprobó la directiva de la Conferencia Episcopal Italiana (CIE) que permitirá que los candidatos homosexuales al seminario sean evaluados de la misma manera que los candidatos heterosexuales. Se exigirá una orientación hacia la vida célibe tanto a los homosexuales como a los hombres normales, colocando a ambos tipos en igualdad de condiciones, como si fueran iguales ante Dios y ante los hombres.
La decisión fue anunciada por el presidente de la CIE, el cardenal Matteo Zuppi, apodado el cardenal queer por su postura pro-LGBT y su apoyo al lenguaje inclusivo y a las uniones entre personas del mismo sexo. Zuppi, uno de los favoritos de Francisco, ocupa un lugar destacado en la lista de aspirantes al próximo papado.
En primer lugar, discrepo firmemente del término «homosexual», como si existiera un género de hombres que Dios «creó» como tales. Dios creó al hombre y a la mujer, y no dos clases de cada sexo. Acostumbrar a los católicos a estos términos forma parte de la campaña de propaganda LGBT para destruir el plan divino de la Creación.
Como se mencionó anteriormente, esta nueva directiva permitirá oficialmente a un «candidato homosexual» al sacerdocio siempre que observe el celibato. Es decir, un hombre ahora podrá profesar abiertamente su homosexualidad y formarse como seminarista, ya que, según las directrices, lo más importante para los aspirantes al sacerdocio es mostrar «una orientación hacia la vida célibe».
El documento dice: «En el proceso formativo [para convertirse en sacerdote], cuando se hace referencia a tendencias homosexuales, es apropiado no reducir el discernimiento únicamente a este aspecto». “El objetivo de la formación para el sacerdocio en el ámbito afectivo-sexual es la capacidad de acoger la castidad en el celibato como don, elegirla libremente y vivirla responsablemente”.
En resumen, los candidatos están sujetos a un mismo estándar de castidad. Sin embargo, existe una gran diferencia entre el pecado de fornicación y el de sodomía. Para los hombres, tener relaciones ilícitas con mujeres es un pecado natural, aunque grave; por otro lado, las Escrituras condenan repetidamente a quienes se contaminan con hombres porque es un pecado contra la naturaleza que clama al cielo por venganza (1 Timoteo 1:10).
Incluso las muy débiles declaraciones previas del Vaticano de 2005 y 2016 establecen que los hombres con tendencias homosexuales profundamente arraigadas o que apoyan la llamada "cultura gay" no pueden ser admitidos en el seminario. Este intento de justificar el pecado de sodomía permitiendo que hombres "gay" italianos ingresen a seminarios —"Está bien, siempre y cuando no sean practicantes"— es una afrenta a Dios y a la humanidad.
No olvidemos que el papado de Francisco ha sido notoriamente favorable al movimiento homosexual-transgénero, acogiendo a grupos e individuos en el Vaticano, instando a la "inclusión" en cada oportunidad, permitiendo a los sacerdotes bendecir a parejas del mismo sexo, etc. Tan recientemente como en junio pasado, se dirigió a un hombre "homosexual" que había sido expulsado de un seminario y lo animó a "seguir adelante con su vocación". Por lo tanto, no sorprende que aprobara la nueva directiva de los obispos italianos.
De hecho, se podría afirmar con razón que esta directiva, aprobada por el Vaticano, sobre los candidatos homosexuales al seminario pretendía abrir las puertas para animar a los obispos de otros países a adoptar un protocolo similar hasta que se convirtiera en la norma de la Iglesia, tanto en la letra como en el espíritu. Nuestra Señora del Buen Suceso le dijo a la monja concepcionista, Madre Mariana de Jesús Torres, que la paciencia de Dios tiene un límite: «Sepan que la Justicia Divina desata terribles castigos sobre naciones enteras, no solo por los pecados del pueblo, sino especialmente por los de los sacerdotes y religiosos. Pues estos últimos están llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la tierra, los maestros de la verdad y los escudos para contener la ira divina». (La Vida Admirable de la Madre Mariana, Vol. II, pág. 283).
Quizás este paso —permitir que los candidatos italianos al sacerdocio se declararan homosexuales— fue el golpe final de iniquidad que desató la Ira Divina. Degradar de esta manera el sacerdocio sacral instituido por Cristo pudo haber sido el límite que Nuestro Señor soportaría del papado de Francisco.
Francisco saluda al pueblo el Domingo de Pascua, el día antes de su muerte.
Me refiero a:
- la propuesta de Francisco de reunirse en Nicea para cambiar la fecha de la Pascua y adaptarla al llamado Calendario Ortodoxo, y
- la aprobación que dio el Vaticano a la directiva de la Conferencia Episcopal Italiana de permitir que los homosexuales no practicantes ingresaran a seminarios para formarse como sacerdotes.
Tan solo una semana antes de que Francisco fuera admitido en el Gemelli el 14 de febrero de 2025, el Vaticano emitió un documento anunciando el plan para un gran encuentro ecuménico para celebrar el 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea, celebrado en mayo de 325, como analizó Atila Guimaraes aquí.
La reunión en Turquía que se celebrará en mayo reunirá a cismáticos, herejes (protestantes del CMI) y a Francisco para reafirmar una supuesta creencia común en el Credo de Nicea (de hecho, los católicos creen que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y los cismáticos solo aceptan que el Espíritu Santo procede del Padre).
Francisco, siempre dispuesto a hacer concesiones, se inclina ante el patriarca cismático búlgaro y besa su cruz.
No es una fecha que todos deseen. Cambiar el calendario gregoriano y volver a un sistema con 13 días de retraso no es más que una concesión a los cismáticos.
¿Qué significaría esto? ¿Que las festividades del calendario litúrgico tendrían que cambiarse y celebrarse más tarde? ¿Qué pasa con la Navidad, que muchos cismáticos celebran el 7 de enero en lugar del 25 de diciembre? En cualquier caso, significaría más cambios y caos para los católicos, en nombre de una "unidad ecuménica" para complacer a las sectas cismáticas.
Pero Dios no permitió que Francisco causara este desastre en el Año Litúrgico Católico. Fue una de las últimas afrentas del Papa Bergoglio. Al menos en el año del 1700 aniversario del Concilio de Nicea, el encuentro ecuménico con Francisco no tendrá lugar y, con su muerte, hablar de cambiar el calendario en este mes de mayo parece estar fuera de la agenda.
Los homosexuales entran en los seminarios italianos
En enero de 2025, bajo el liderazgo de Francisco, el Vaticano tomó otra medida radicalmente heterodoxa: aprobó la directiva de la Conferencia Episcopal Italiana (CIE) que permitirá que los candidatos homosexuales al seminario sean evaluados de la misma manera que los candidatos heterosexuales. Se exigirá una orientación hacia la vida célibe tanto a los homosexuales como a los hombres normales, colocando a ambos tipos en igualdad de condiciones, como si fueran iguales ante Dios y ante los hombres.
Presidente de la CEI, Cardenal Zuppi: «Los homosexuales no practicantes pueden formarse para ser sacerdotes»
En primer lugar, discrepo firmemente del término «homosexual», como si existiera un género de hombres que Dios «creó» como tales. Dios creó al hombre y a la mujer, y no dos clases de cada sexo. Acostumbrar a los católicos a estos términos forma parte de la campaña de propaganda LGBT para destruir el plan divino de la Creación.
Como se mencionó anteriormente, esta nueva directiva permitirá oficialmente a un «candidato homosexual» al sacerdocio siempre que observe el celibato. Es decir, un hombre ahora podrá profesar abiertamente su homosexualidad y formarse como seminarista, ya que, según las directrices, lo más importante para los aspirantes al sacerdocio es mostrar «una orientación hacia la vida célibe».
El documento dice: «En el proceso formativo [para convertirse en sacerdote], cuando se hace referencia a tendencias homosexuales, es apropiado no reducir el discernimiento únicamente a este aspecto». “El objetivo de la formación para el sacerdocio en el ámbito afectivo-sexual es la capacidad de acoger la castidad en el celibato como don, elegirla libremente y vivirla responsablemente”.
Francisco recibe a mujeres transgénero en un almuerzo en el Vaticano; abajo, le dice al seminarista homosexual expulsado Lorenzo: "Sigue adelante con tu vocación".
Incluso las muy débiles declaraciones previas del Vaticano de 2005 y 2016 establecen que los hombres con tendencias homosexuales profundamente arraigadas o que apoyan la llamada "cultura gay" no pueden ser admitidos en el seminario. Este intento de justificar el pecado de sodomía permitiendo que hombres "gay" italianos ingresen a seminarios —"Está bien, siempre y cuando no sean practicantes"— es una afrenta a Dios y a la humanidad.
No olvidemos que el papado de Francisco ha sido notoriamente favorable al movimiento homosexual-transgénero, acogiendo a grupos e individuos en el Vaticano, instando a la "inclusión" en cada oportunidad, permitiendo a los sacerdotes bendecir a parejas del mismo sexo, etc. Tan recientemente como en junio pasado, se dirigió a un hombre "homosexual" que había sido expulsado de un seminario y lo animó a "seguir adelante con su vocación". Por lo tanto, no sorprende que aprobara la nueva directiva de los obispos italianos.
De hecho, se podría afirmar con razón que esta directiva, aprobada por el Vaticano, sobre los candidatos homosexuales al seminario pretendía abrir las puertas para animar a los obispos de otros países a adoptar un protocolo similar hasta que se convirtiera en la norma de la Iglesia, tanto en la letra como en el espíritu. Nuestra Señora del Buen Suceso le dijo a la monja concepcionista, Madre Mariana de Jesús Torres, que la paciencia de Dios tiene un límite: «Sepan que la Justicia Divina desata terribles castigos sobre naciones enteras, no solo por los pecados del pueblo, sino especialmente por los de los sacerdotes y religiosos. Pues estos últimos están llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la tierra, los maestros de la verdad y los escudos para contener la ira divina». (La Vida Admirable de la Madre Mariana, Vol. II, pág. 283).
Quizás este paso —permitir que los candidatos italianos al sacerdocio se declararan homosexuales— fue el golpe final de iniquidad que desató la Ira Divina. Degradar de esta manera el sacerdocio sacral instituido por Cristo pudo haber sido el límite que Nuestro Señor soportaría del papado de Francisco.
Manchando la bandera papal con concesiones a los sodomitas...
Publicado el 28 de abril de 2025
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